De hadas, burbujas, pantomima y encuentros
jueves, 3 de octubre de 2013
miércoles, 10 de octubre de 2012
viernes, 20 de abril de 2012
Aun sin título. {Capítulo Cuarto}
Al inicio del Capítulo Tercero, Arácnida, tendida en su hamaca remienda ilusiones añejas.
Su entorno continuaba, ella se detuvo. Era cuestión de vida detenerse.
Su entorno continuaba, ella se detuvo. Era cuestión de vida detenerse.
Al mismo tiempo era cuestión de vida comprender que eso era, una estación.
Pero antes habían hilos que todavía no lograba desdoblar.
Empeñada en comprender, empezó a palidecer, a entumecerse, a congelarse en el pensamiento y el sentir.
Pero antes habían hilos que todavía no lograba desdoblar.
Empeñada en comprender, empezó a palidecer, a entumecerse, a congelarse en el pensamiento y el sentir.
Fue entonces en su búsqueda a oscuras que conoció a Colibrí.
Arácnida: ¿quien está ahí?
Arácnida: zun zun cita, qué graciosa.
Sonriente Colibrí le responde: Si, un poco... Zun zun es por el sonido que produzco al batir mis alas, escucha, son 80 por segundo pudiendo llegar hasta 200!, de esta forma puedo alimentarme y amar volando. E ita por mis pletóricos 5 centímetros de estatura. Que mi tamaño no te engañe; mi espíritu es joven, fuerte, y la magia se crea al batir las alas. Por eso tambien soy Elfa, y abeja por que al volar a menudo creo la ilusión de ser una.
Arácnida: ¡hermosa!
Colibrí: Gracias... Lamentablemente, la gracia de mi especie, el color de mis plumas, resultaron atractivas para poseer.
Arácnida: ¿Poseer? ¿a quienes?, ¿qué significa?
Colibrí: es muy probable ya que conozcas qué significa esa palabra, puede que hayas vivido así durante un buen tiempo.
Arácnida: ¿cómo? ¡¿pero cómo?!
Colibrí: Podría decirse que ser poseída sucede cuando la unión de tu expresión con tu espíritu es interrumpida por algo que actúa ante ti como superior y dueño de tu naturaleza almada. Sigues existiendo, pero de qué sirve esa existencia sino estás consciente de quién eres y de tu participación del de acto de creación de una realidad distinta a la que está. Un síntoma es cuando pierdes la sonrisa.
Saber cómo te sucedió es algo que te toca descubrir.
Arácnida: bueno, quiero hacer un viaje. Sueño con conocer el mar.
Colibrí: Buen spot para empezar. Soñar en estos días es toda una hazaña. Más, debo advertirte que no basta con soñar, hay que salirse de la hamaca, ya!.
Arácnida avergonzada baja la cabeza mirándose. Medita sobre su encuentro con Helena. Se puede percibir como si al respirar se infundiera de una certeza que le va reanimando sin prisa. Después de todo basta solo una para despertar. Y exclama ¡Es cierto, ya es tiempo! ¡ya es tiempo!
martes, 21 de febrero de 2012
Aún sin título. {Capítulo Tercero}.
En el capítulo segundo
Arácnida le propone a George, la tortuga galápago, emprender un viaje hacia el mar.
Este, incómodo por el atrevimiento de Arácnida decide alejarse. Ella siente que no tiene más opción que dejarle ir.
Arácnida le propone a George, la tortuga galápago, emprender un viaje hacia el mar.
Este, incómodo por el atrevimiento de Arácnida decide alejarse. Ella siente que no tiene más opción que dejarle ir.
[Para leer el Capítulo 2do., buscarlo en las entradas del mes de septiembre 2011 en este blog].
Arácnida está de ánimos. La hamaca es cobijo, tierra y cielo de noches insomnes y días timoratos. Lo único que la saca de ese contraritmo es un programa que ve los finde. Aun así, éste no impide que entre la peluza que se acumula en los nódulos del tejido esté latente que hace días no sabe de Galápago y sobretodo cada vez experimenta en todo su ser que andar entre las ramas ya no tiene sentido. La sorprende una necesidad de sumergirse en las raíces para volver a bailar como lo hacía antes y recuperar su intuición.
Comienza de sí una búsqueda a oscuras, a tientas, debe re(co)nectar con los sentidos más básicos. Urga los cerrojos sin llave, exhausta, se decide calmar de ansiedad, alegrar y despertar su corazón de araña con lecturas que la descubren, incluso aún cuando en ella mora la ingenuidad.
Inevitablemente, palabras recorren su rostro y nombran la contradicción que habita en su frente. Se deslizan por su diminuto cuello advirtiendo la interrupción de aire que la mantienen en silencio. Pasan por sus patas una a una invitándola a regenerarse. Su caja torácica justo donde se aloja el latir está constreñida, las palabras tocan insistentemente, es necesario soltar lo que haya que soltar y permitir que nueva vida sea descubierta. Es ahí donde entra su pelvis en la cual anida su más íntima feminidad de araña, la que reestructura los ciclos y reverdece. Se mira expuesta. Le resulta terrible que otros ojos miren su languidez. Al mismo tiempo comenzó a dejar de importarle, está en transición.
Se arma de humildad y le escribe al amor de Galápago, para su sorpresa, él responde. Inician tímidamente conversaciones a lo lejos que, sin duda alguna levantaron como polvo de arena otras crisis de Galápago. Arácnida llama a la paciencia esperanzada en que un acercamiento más allá de las pantallas y los temores, conjure el encuentro.
Los días siguen opacos, hirientes y otros tantos con destellos de alegrías. A fin de cuentas ¿quién dijo que permitirse la belleza iba a ser vereda? Justo cuando estalla la confusión en el hacia donde ir, un colibrí se posa en la hamaca advirtiéndole a la araña no desistir. Ya es tiempo.
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cuentos: La araña y una tortuga galápago
viernes, 23 de septiembre de 2011
Aun sin título. {Capítulo Segundo}
En el capítulo primero se conocieron por asalto,
Arácnida, una araña que vive soñando con cruzar el mar,
Arácnida, una araña que vive soñando con cruzar el mar,
y George, una tortuga galápago adulta que se ha acostumbrado vivir en cierta soledad
regido por sus propias leyes de gravedad.
Al final del Cap1., acordaron contarse acerca de la seda y del mar respectivamente.
[Para leer el Capítulo 1ro., buscarlo en las entradas del mes de Junio en este blog].
La tarde
madura el naranja y avanza veloz en forma de suaves oleadas. Sin perder los segundos, se desplaza sobre y entre los arbustos, y el muzgo que crece en las ramificaciones. Aprovecha cualquier oportunidad para dar saltos mágicos entre las rocas, escabulléndose entre las secas y humedecidas hojas que ahora alfombran la tierra.
Y siempre que se le presenta el momento, acaricia el pelaje de los animales, inclusive a la tozuda y atortugada cara de Galápago, en su trayecto de cálida despedida.
Arácnida, sorprendida por el congelado momentáneo de Galápago le pregunta con premura:
-¿Sr. Galápago le pasa algo?
-¡¿que si me pasa algo?!,
qué me he echado la tarde aqui y tengo mil tareas que hacer!
que no he logrado hacer por estar aqui hablando con un aracnido.
¡locuras, locuras!
-Arácnida, Sr. Galápago, A-RAC-NI-DA
bueno de que puede que usted ande un poco chiflado, no lo descarto eh!
-¡¿Perdón?!, expresa Galápago
-A ver, qué tantas cosas tiene que hacer un Galápago en un día normal?
Levantando el cuello, Galápago comenta:
querida ingenua somos de andar pausado pero tenemos un peso histórico a cuestas y mira que no soy cualquier Galápago, aun vivo y ya soy leyenda, hasta el momento soy el único Geochelone abigdoni que queda.
-Con razón le llaman ¡"el solitario George"!,
pero bueno vasta por ahora de comentarios...
Vayamos a la huella, ¿qué tienes que hacer?, ¿qué vas a hacer?
-Continuar la especie.
-Disculpeme, pero esa tarea la tenemos todos por default.
-Si, pero no con el mismo grado de dificultad.
-Vaya perla.
-¡Galápago!
-¡Le tengo una propuesta!
-¡¿otra?!
-¡Si!
-Tira hilos, a ver con qué telaraña sales.
-Con una muy bonita. Mire, que tal si emprendemos un viaje juntos.
-¡Locuras!, no me interesa moverme de aqui.
-Por pensar asi es que está barado fíjese.
Anímese, le propongo que nos dirijamonos hacia la costa, y crucemos el mar
Mientras, en el camino me cuentas todo lo que sabes sobre Mar para
preparame a lo Scout y yo le cuento de la seda como acordamos. ¡¿Si?!
-Galápago se marcha desconectando cualquier posibilidad de comunicación.
Arácnida perpleja resuelve hacerse una hamaca para abrigar la noche y se
acurruca sin poder conciliar bien el sueño, aunque eso de dormir no se le da
bien desde hace un tiempo. Los ojos abiertos, dan insomnio.
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cuentos: La araña y una tortuga galápago
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